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13 de junio de 2014

DILMA, LOS INSULTOS Y OTRAS ACTITUDES



DILMA, LOS INSULTOS Y OTRAS ACTITUDES

Ayer le insultaron públicamente a la presidenta de Brasil en la inauguración de la Copa del Mundo 2014, y en todos los rincones del planeta lo escucharon, no a través de la televisión, sino gracias a los videos de las redes sociales.
Fueron palabras de baja calaña.
No hay nada que hacer: palabras ofensivas para cualquier persona. Palabras vulgares dichas en momentos de ira, de rabia, generalmente cuando el agresor verbal se siente impotente y no puede hacer lo que le gustaría hacer.
Pero ahora no vamos a cuestionar el insulto que fue muy feo, y más aún porque fue contra el Presidente de la República Federativa del Brasil, el representante de una nación.
Y ahora todo el mundo sabe que un gran sector de la población realmente detesta a la presidenta brasileña.
No nos vamos a meter en las cuestiones moralistas del insulto, que sería lo “políticamente correcto”, mas sería una manera de huir de la realidad de un país que, como nunca, se siente frustrado, justamente gracias a su gran pasión: el fútbol.
Pienso en otras cosas, como por ejemplo, ¿qué pasaría si hubiera sucedido en otros lugares?
Si hubiera sido en Ecuador, el presidente Correa habría mandado a la policía a vigilar las puertas del sector y a filmar a todos los hinchas que estaban en el lugar, para después procesarlos civilmente y ganar millones de dólares de indemnización. (Para quienes no saben, ese proyecto de tirano latinoamericano  insulta a sus “enemigos” públicamente todos los sábados en sus sabatinas presidenciales).
Si hubiera sido en Venezuela, Maduro ya estaría diciendo que es otro intento de magnicidio planeado por la oposición y los enemigos, esta vez, con el apoyo subversivo de la FIFA.
Si hubiera sido en Argentina, la tal Cristina no diría nada, solo se reiría pensando consigo misma: “pero yo tengo más guita que todos ustedes juntos, boludos”.
Si hubiera sido en Cuba, por órdenes de los Castro, ya estarían construyendo nuevas cárceles para encerrar a los enemigos de la nación, apoyados por los grupos de extrema derecha que no soportan ver que Cuba es el país más desarrollado y justo de la Vía Láctea.
Si hubiera sido en algún país islámico, la Espada Sagrada ya hubiera cortado muchas cabezas.
Si hubiera sido en Inglaterra, el mandatario saldría con elegancia y un comentario flemático sobre las cosas de la vida y seguiría caminando con calma y gracia a un lugar sosegado donde podría disfrutar una rica taza de té, con un poquito de leche.
Pero el problema es que fue en Brasil.
Y eso es lo más alarmante: fue en Brasil.
Y como fue en Brasil, ese insulto puede que no represente nada, después de todo, ¿cuántos políticos acusados de corrupción, de robo y de muchos otros crímenes –a pesar de que se ha comprobado las acusaciones- continúan gobernando el país como líderes políticos, económicos, espirituales y egocéntricos?
Si los políticos brasileños cambiaran de comportamiento por vergüenza gracias a los insultos, la presidenta brasileña no volvería a aparecer en el escenario, terminaría su reinado e iría a cuidar su vida personal, meditando: “¿qué hice de malo?
Pero sabemos que eso no sucede en Brasil: es como que, cuanto menos los quieren, más se empeñan ellos en mantenerse en el poder.
Y por increíble que parezca: lo consiguen.
Entonces, ahora que se acabaron los insultos y la imagen pública internacional de la jefe de este estado no está nada bonita, hay que recordar a cada uno de los brasileños que no se trata de insultar ni agredir verbalmente: hay que saber votar.
Hay que saber salir de la comodidad y no tener miedo de decirle “no” a toda y cualquier organización corrupta que insista en destruir al país.
Hay que saber pararse frente a frente en las elecciones, y con la frente en alta y la conciencia limpia, construir un país sin esperar favores personales de cualquier nuevo mandatario.
Las palabras hieren, pero el tiempo y el viento se las lleva.
Y la memoria es poca para recordarlas posteriormente.
Pero la decisión como ciudadano participativo es la que permanece.
Por tanto, ya que no estamos en los lugares geográficos que mencionamos anteriormente, vamos a dejar de insultar y denigrar la imagen de las personas por el simple hecho de hacerlo y, en su lugar, vamos a levantar un país con moral para limpiar la suciedad.

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