BRASIL TIENE QUE PERDER LA COPA
MUNDIAL DE FÚTBOL
Hoy he dicho que Brasil debe perder
la copa del mundo.
Y me miraron como bicho raro.
¿Qué te pasa?, me preguntaban. ¿Cómo
puedes decir eso?
Y como yo no decía nada más,
pensaban que estaba haciendo un chiste y empezaron a decirme que cómo puedo
pensar eso si vivo en el país que me ha acogido.
Pero la verdad es que no conseguía
decir nada porque me quedé abismado al percibir que hay mucha gente, linda,
culta e interesante, que aún no se ha dado cuenta de la verdad: en las
circunstancias socio-económicas-políticas que vive Brasil lo que menos nos debe
preocupar es el fútbol.
Primero: el fútbol no me da trabajo,
no paga mis cuentas mensuales, no me da seguridad en la calle, no me da un
seguro de vida digno e eficaz...
Segundo: Brasil ya ha perdido la
copa mundial de fútbol lejos de la cancha. Esta es una realidad que nadie la
puede negar y ampliamente difundida por todo el mundo en los más diversos
medios de comunicación gracias a los precios absurdos para construir estadios,
obras prometidas que nunca se cumplieron, entre muchos otros aspectos, mientras
en el país el abismo social crece y el fanatismo de los que están en el poder
aumenta.
Solo un ciego no lo puede ver y solo
un testarudo se niega a comprender.
Mientras la FIFA va a ganar millones
y millones de dólares, el pueblo brasileño padece de una pésima educación
pública: escuelas mal estructuradas, profesores mal pagados; un servicio
público de salud mediocre, con hospitales en pésimo estado y planes de salud
privados carísimos; calles inseguras y políticos en el poder acusados –y
comprobados – de corrupción, entre otros muchos crímenes, que tienen los
salarios más altos del mundo.
Y antes de olvidarnos, esa maldita
FIFA, cuyos Santos Patrones y Amos van a lucrar millones de dólares, libres de
todo impuesto, apoyados con el absurdo de la estupidez de los miles de
trabajadores voluntarios que van a sudar la gota gorda mientras los
Todopoderosos engordan a nuestras anchas.
¿Qué más podemos decir?
Podríamos comentar sobre la
violencia en las calles; la policía mal pagada, y actualmente comandada por
jefes que les hacen actuar con extrema violencia contra la población que le
dice un “no” a un gobierno mediocre de “izquierda” que ha confundido la
democracia con dictadura, intolerancia, arrogancia e incompetencia.
Pero no hablemos más de eso porque
de lo contario vamos a poner a llorar a moco tendido por las tragedias que
sufren los brasileños... por votar y continuar votando en los “privilegiados”,
esa “casta” política” que no acaba de solucionar los problemas del país, que
continúa siendo fiel al lema de que “Brasil es el país del futuro”...
Solo que se olvidaron de decir a qué
futuro se refieren.
En fin, ¡volvamos a lo que realmente
interesa!
Brasil tiene que perder el
campeonato mundial de fútbol de 2014, cueste lo que cueste, porque de lo
contrario, el brasileño se estará colocando la soga en el propio cuello.
Si Brasil gana la copa del mundo, el
pueblo continuará creyendo que el fútbol y los futbolistas son las cosas más
importantes del mundo, sin darse cuenta que el futbolista no es más que un
futbolista, como cualquier otra persona puede ser profesor, albañil, abogado o
un niño de jardín de infantes.
Si Brasil gana el campeonato, el
brasileño va a salir a las calles para conmemorar el triunfo durante semanas y
semanas; los gritos de delirio se escucharán en todos los lugares y todos
volverán a creer que ser campeones mundiales de fútbol es más importante que la
salud, la educación, la seguridad social y un país en crecimiento.
Imaginémonos esta escena grotesca:
Brasil gana y durante un mes, por lo menos, la selección desfilará por las
principales ciudades del país en carro de bomberos, bajo el delirio de zombies
que los aplaudirán en las calles, sin importarse por el trabajo, por la
educación, por la seguridad y por el fin de la impunidad política.
Y los jugadores irán a Brasilia para
retratarse con los Grandes Jefes que sonriendo estarán seguros de que volverán
a ganar las elecciones porque le han dado al pueblo el mismo Circo que
gobiernos mediocres e incompetentes han dado muchos pueblos a lo largo de la
historia de la humanidad, con tal de ser dueños del poder.
Si Brasil gana el campeonato, el
pueblo se olvidará de que en un par de meses no puede volver a repetir el error
que se repite a cada cuatro años y nuevamente votará en los mismos
“profesionales” del poder que se han instalado en Brasilia desde hace tantos
años y que son los causantes de los males sociales que le afecta al país.
Si Brasil gana el campeonato, el brasileño
ya empezará a soñar en la próxima copa y cómo va a ganar nuevamente y cómo son
mejores que todo el mundo y que no hay alegría más grande en el mundo que ganar
un campeonato de fútbol porque dios es brasileño.
¡Ayayayayayay!
Si Brasil quiere cambiar esa
situación catastrófica social y económica que vive, debe perder la copa para
que todos podamos abrir los ojos y decirles a los arrogantes: quédense con sus
estadios que nosotros nos quedamos con un país mejor.
Con el fracaso en la preparación de
la copa, Brasil ya le demostró al mundo que no se puede engañar a un país
haciéndole creer que se debe vivir del fútbol; y si además, Brasil pierde la
copa, le enseñará a su pueblo y a sus dirigentes que es hora de empezar una
nueva era.
Y no nos preocupemos por los
pobrecitos jugadores de fútbol de la selección –grandes millonarios por cierto–
que si pierden, no se volverán pobres y
en un par de meses habrán superado el “trauma del milenio”, continuarán jugando
en Europa, continuarán ganando millones y millones mientras los millones y
millones de brasileños que viven en Brasil luchan para sobrevivir a la censura,
a la violencia, al crecimiento de la inflación, al aumento constante de los
salarios de los políticos, al crecimiento de las favelas, a la pobreza del
nordeste, a la destrucción de la Petrobrás, al invento de nuevos impuestos, a
las falsas promesas electorales, a la injusticia generalizada, bajo la mirada
sórdida de “Doctores in Honoris Causa” que ganan decenas de títulos en el Juego
del Poder de las instituciones que los regalan por intereses creados.
Entonces, si eres hincha del Brasil,
qué le vamos a hacer: es preferible llorar un poco por algo que no vale la pena
antes que tener un país al borde del caos social.
No seamos ciegos: miren lo que les
sucede a los millonarios petroleros venezolanos: casi dos décadas de miseria
total; miren lo que le sucede a esa isla caribeña infectada por dictadores nauseabundos
y cuya población permanece manipulada para tener miedo y callar.
¡No nos callemos!
¡Alemania! ¡Alemania! ¡Ra, ra, ra,
ra! Campeón, campeón: ¡A-le-ma-nia!
Versão em português
BRASIL TEM
QUE PERDER A COPA DO MUNDO
Eu disse
hoje que o Brasil tem que perder a copa do mundo.
E me
olharam como um bicho esquisito.
O que você
tem? Perguntaram-me. Como você pode falar isso?
E como eu
não dizia mais nada, eles pensaram que eu estava fazendo uma piada e começaram
a dizer-me que como posso pensar isso se vivo nesse país que me acolheu.
Mas a
verdade é que eu não conseguia dizer nada porque fiquei abismado ao perceber
que há muitas pessoas, lindas, cultas e interessantes, que ainda não se deram
conta da verdade: nas circunstâncias sócio-econômicas-políticas que o Brasil
vive o que menos nos deve preocupar é o futebol.
Primeiro:
o futebol não me dá trabalho, não paga as minhas contas mensais, não me dá
segurança na rua, não me dá seguro de vida digno e eficaz...
Segundo: o
Brasil já perdeu a copa do mundo longe do campo do futebol. Essa é uma
realidade que ninguém pode negar e é amplamente difundida por todo o mundo nos
mais diversos meios de comunicação, graças aos preços absurdos para construir
estádios, obras prometidas que nunca foram cumpridas, entre muitos outros
aspectos, enquanto o abismo social cresce e o fanatismo dos que estão no poder
aumenta.
Só um cego
não consegue ver e só um teimoso se nega a compreender.
Enquanto a
FIFA vai ganhar milhões e milhões de dólares, o povo brasileiro padece de uma
péssima educação política: escolas mal estruturadas, professores mal pagos; um
serviço público de saúde medíocre, com hospitais em péssimo estado e planos de
saúde privados caríssimos; ruas inseguras e políticos no poder acusados – e
comprovados – de corrupção, entre outros muitos crimes, que têm os salários
mais altos do mundo.
E antes de
esquecermos, essa maldita FIFA, cujos Santos Patrões e Amos vão lucrar milhões
de dólares livre de todo imposto, apoiada com o absurdo da estupidez dos milhares
de trabalhadores voluntários que darão o sangue enquanto os Todopoderosos
engordam a nossas custas.
O que mais podemos dizer?
Poderíamos
comentar sobre a violência nas ruas; a polícia mal paga, e atualmente comandada
por chefes que a fazem atuar com extrema violência contra a população que diz
um “não” a um governo medíocre de “esquerda” que confundiu a democracia com a
ditadura, intolerância, arrogância e incompetência.
Mas não
falemos mais disso, porque do contrário vamos começar a cair em prantos pelas
tragédias que sofrem os brasileiros... por votar e continuar votando nos
“privilegiados”, essa “casta política” que não acaba de solucionar os problemas
do país, que continua sendo fiel ao lema de que “o Brasil é o país do
futuro”...
Só que se
esqueceram de dizer a que futuro se referem.
Enfim,
voltemos ao que realmente interessa!
O Brasil
tem que perder o campeonato mundial de futebol de 2014, custe o que custar,
porque caso contrário, o brasileiro estará colocando a corda no próprio
pescoço.
Se o
Brasil ganha a copa do mundo, o povo continuará acreditando que o futebol e os
futebolistas são as coisas mais importantes do mundo, sem perceber que o
futebolista não é mais que um futebolista, como qualquer outra pessoa pode ser
professor, pedreiro, advogado ou uma criança de jardim de infância.
Se o
Brasil ganha o campeonato, o brasileiro vai sair às ruas para comemorar o
triunfo durante semanas e semanas; os gritos de delírio serão escutados em
todos os lugares e todos voltarão a acreditar que ser campeão mundial de
futebol é mais importante que a saúde, a educação, a segurança social e um país
em crescimento.
Imaginemos
essa cena grotesca: Brasil ganha e durante um mês, pelo menos, a seleção
desfilará pelas principais cidades do país em carros de bombeiros, sob o
delírio de zumbis que os aplaudirão nas ruas, sem importar-se com o trabalho,
com a educação, com a segurança e com o fim da impunidade política.
E os
jogadores irão a Brasília para retratar-se com os Grandes Chefes que sorrindo
estarão seguros que voltarão a ganhar as eleições porque deram ao povo o mesmo
Circo que os governos medíocres e incompetentes deram a muitos povos ao longo
da história da humanidade, contando em serem donos do poder.
Se o
Brasil ganha o campeonato, o povo esquecerá de que em um par de meses não pode
voltar a repetir o erro que se repete a cada quatro anos e novamente votará nos
mesmos “profissionais” do poder que se
instalaram em Brasília há tantos anos e que são os causadores dos males sociais
que afeta ao país.
Se o
Brasil ganha o campeonato, o brasileiro começará a sonhar com a próxima copa e
como ganhará novamente e como são melhores que todo o mundo e que não há
alegria maior que ganhar um campeonato de futebol porque deus é brasileiro.
Aiaiaiaiaiaiaiai!
Se o
Brasil quer mudar essa situação catastrófica social e econômica que vive, deve
perder a copa para que todos nós possamos abrir os olhos e dizer aos
arrogantes: fiquem com seus estádios que nós ficamos com um país melhor.
Com o
fracasso na preparação para a copa, o Brasil já demonstrou para o mundo que não
se pode enganar um país fazendo-o acreditar que se deve viver do futebol; e se,
além disso, o Brasil perder a copa, ensinará ao seu povo e aos seus dirigentes
que é a hora de começar uma nova era.
E não nos preocupemos pelos coitadinhos jogadores
de futebol da seleção – grandes milionários, por certo – que se perderem, não
se tornarão pobres e em um par de meses terão superado o “trauma do milênio”,
continuarão jogando na Europa, continuarão ganhando milhões e milhões enquanto
os milhões e milhões de brasileiros que vivem no Brasil lutam para sobreviver à
censura, à violência, ao crescimento da inflação, ao aumento constante dos
salários dos políticos, ao crescimento das favelas, à pobreza do nordeste, à
destruição da Petrobrás, à invenção de novos impostos, às falsas promessas
eleitorais, à injustiça generalizada, sob o olhar sórdido de “Doutores in
Honoris Causa” que ganham dezenas de títulos no Jogo do Poder das instituições
que os presenteiam por interesses criados.
Então, se
você é um torcedor do Brasil, o que podemos fazer: é preferível chorar um pouco
por algo que não vale a pena do que ter um país à beira do caos social.
Não
sejamos cegos: olhem o que acontece com os milhões de petroleiros venezuelanos:
quase duas décadas de miséria total; olhem o que acontece com essa ilha
caribenha infectada por ditadores nauseabundos e cuja população permanece
manipulada para ter medo e calar-se.
Não no
calemos!
Alemanha!
Alemanha! Ra, ra, ra, ra! Campeão,
campeão: A-le-ma-nha!
Penso da mesma forma, Patricio, o Brasil tem que perder e muito bem perdido. No entanto, acho pouco provável que isso aconteça, ninguém sabe o que rola nas reuniões secretas da FIFA e a Presidente e não me admiraria se de uma hora pra outra a equipe brasileira chegar à final e levar a taça. Enfim, veremos!
ResponderBorrarPienso que tienes razon, pues si Brasil gana el campeonato el pluebo olvidara de los males sociales que le afecta al País.
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